sábado, 25 de junio de 2011

El Saber del Psicoanálisis III (Sobre la praxis del bla bla bla...)

En el bla bla bla el saber se va hilando y el hilo tiene puntos en donde amarra verdades, máximas, premisas propias que dan cuenta de la pregunta por el deseo [cualquiera que sea, regularmente es la pregunta por aquello que le hace sufrir y padecer y que tiene que ver directamente con los dos juglares de lo inconsciente y la vida humana; la sexualidad y la muerte] que el sujeto se hace. Estos puntos en donde algo se amarra o en donde una ficha del rompecabezas aparece para dar luz en donde antes no la había, eso que tiene carácter de verdad, de saber; es el Significante.
    

        Por ello: “El saber no está dado de antemano, sino que se va hablando, deslizando, se va inventando a partir del hilo significante que construye un algo propio [una verdad] alrededor de donde sólo había agujero, vacío, ausencia, angustia, pregunta”.



       De la misma forma cómo un escritor no sabe de los rincones a donde su escritura le llevará, sólo cuando lo va hilando, escribiendo, poniendo en lo simbólico, logra darle piso y es entonces cuando encuentra algo propio y suyo al inventarlo y sacarlo a la palabra, en este caso escrita. De igual manera el saber no está dado de antemano sino que hay que hablar, pues al hablar se va hilando la verdad. Lacan decía no se preocupe, hable de lo que quiera, hable, hable que igual llegaremos al núcleo de su ser” [pues la palabra es el inconsciente que al leerla como texto que se profesa sin ser advertido, de repente revela la luz, el saber]. De este modo llegamos a una conclusión fundamental:

   

     ...“no se trata de buscar las palabras precisas para expresar eso que se quiere decir, sino simplemente de hablar, pues el saber no está en las palabras que uso para expresar lo que pienso, lo que en mis ideas hay [lo que en el imaginario tengo] sino precisamente burlar el imaginario que es fantasma que siempre defiende el goce del síntoma [pues el síntoma es su manto de protección y resguardo], el saber está en las palabras que al hablarse y hablarse, en su tejerse, revelan lo obvio, lo que el sujeto no sabía que si sabia y que al saberlo le parece tan familiar y tan propio que lo encarna [muchas veces con molestia], lo hace consciente, lo rescata de la oscuridad para saber la naturaleza de eso que con el síntoma quería decir, sin hablar. Buscar las palabras precisas para expresar la idea que se quiere decir es quedarse en el lugar del Yo, del sentido, de la razón, de lo imaginario, de lo ilusorio. Lo que el Psicoanálisis propende es hacer que el bla bla bla [de allí el método Freudiano para acceder a lo inconsciente: “La Asociación Libre”] el discurso del sujeto llegue al límite y se caiga, provocando el fallido, el lapsus [en cualquiera de sus muchas formas] y emerja lo inconsciente para ahí “tomarlo, tomar ese Significante” y hacer algo con eso, hacer algo con ese saber, con esa verdad. Lo que se traduce en responsabilidad frente a la palabra, frente a lo dicho. Una cosa es engañarse sin saber y otra es querer engañarse sabiendo, en el primero de los casos hay escape [es decir; uno puede hacerse el guevón] pero en el segundo caso la ética con el proceso pesa, y ya no puede uno engañarse [hacerse el guevón]. Así, literalmente".

        

      En últimas siempre es bueno preguntarse ¿Me engañan o me engaño? Personalmente considero que nadie lo hace a uno guevón, es decir, nadie lo engaña a uno, uno mismo es el que se engaña, uno mismo se hace guevón [aunque no sepa el cómo], las decisiones siempre son tomadas y desmenuzar los nudos y los saberes que hacen que un sujeto opte por no sólo engañarse [engañarse en nombre del "amor" claro está, si algo tenemos los humanos es estar lenos de buenas intenciones, pero "de buenas intenciones esta construido el camino al infierno", dicen] sino también mantenerse allí, en ese lugar no sabido [padeciendo un poco más cada día], es lo que el Psicoanáliis descifra y es la ética ante la cual no cede, pues lo real, ese agujero inconsciente que se le escapa al sujeto y por donde a ratos se le va la vida, está ahí.

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