sábado, 25 de junio de 2011

¡Le transfert est l'amour! ¡La Transferencia es el amor!

…“¡Ya no quiero hablar de mí y mi mundo,
Quiero hablar de usted
De usted y yo o de yo y usted…
De lo que siento…
De lo mucho que me gusta esto de usted
De lo mucho que me molesta esto de usted…
Del sueño en el que usted apareció,
Del sueño que usted sabe lo que significa...
…En el sueño me escondía como cuando jugaba a no ser pillada!”


El siguiente relato es invención del autor, relata algunos pasajes de lo que sucede a grandes rasgos en un proceso analítico.

Antes lo había visto por ahí, y al conocerlo me inspiro confianza, yo necesitaba hablar con alguien, con alguien que fuera ajeno a todo lo que vivo pero que a la vez no fuese del todo un extraño, a lo mejor lo que busque fue a un extraño que no fuese tan extraño, es decir, a un extraño que me inspirara confianza. Confianza para contarle lo que me da temor hasta confesarme a mí misma… no soporto más mi situación, esta angustia, este vacío en el pecho, este no poder dormir, este sufrir, no lo aguanto y tengo temor, temor de no saber lo que encontraré, temor de lo que pase conmigo… no sabré que decirle, por dónde empezar, tengo tantas cosas por decir pero a la vez nada, todo parece importante y a la vez todo es absurdo, sólo necesito hallar una solución, quizás ver algo que no he visto y que me ayude a sentirme mejor.
      
       Recuerdo mi primera sesión, estaba nerviosa ¿Qué me diría? ¿Qué me preguntaría? ¿Qué pensaría de mí? ¿Qué analizaría de mi?... tantos pensamientos que a la final se cayeron solos pues simplemente llegué, me senté y sutilmente sin darme cuenta ya estaba hablando de cosas que no sabía que podía decir, decirle, y sobre todo decirme, escucharme… recuerdo que empecé con un sueño, y sin darme cuenta estaba hablando de una situación que tiempo atrás me había dolido mucho, y luego aparecieron otros recuerdos y las palabras de mi padre me pareció escuchar también, susurrándome regaños, prohibiciones… tuve luego algunas fantasías, bobadas sin importancia que silencie y no dije… seguido de este silencio que tuve, me bloquee, no supe que decir… luego ante ese silencio que para mí fue eterno y él notó que mi rostro se ruborizo y fue cuando me di cuenta que mi cuerpo no pudo disimular lo que mi silencio había callado… intenté pensar de nuevo en eso pero me fue difícil, se me había ido, luego él me dijo algo que me dio risa, me dijo algo de eso que me había pasado que me causó gracia, la risa que tuve fue como de “¡pillada!” como cuando a uno lo pillan jugando escondite y entonces ya no puede salvar la barra y decir a diva vos “¡pico por mi por toda la barra!”.
         Recuerdo que salí de la sesión con muchas preguntas ¿Qué tenía que ver estos recuerdos y esas cosas de las que hablé, con mi malestar? ¿Acaso los psicólogos no hacen preguntas y le dicen a uno lo que uno debe hablar… hablé de lo que quise y sentí que no hablé de lo importante? ¿Qué es lo importante?... ¿Qué relación tiene esto con lo que me pasa?... fue extraño, con las semanas me di cuenta que el malestar inicial por el que consulté se fue transformando y lo que antes había sido un problema, había dejado de serlo, ahora aparecían otras cosas más importantes… los sueños empezaron a ser importantes para mí y cual si me hubiesen insertado un dispositivo de “ser consciente de las cosas que me pasan a mi alrededor”, empecé a enlazar, hilar y eslabonar día tras día muchos recuerdos, pensamientos, sensaciones corporales, palabras que me llegaban de la gente, de mi familia, de mis padres y hermanos, palabras que salían de mi, la música que escuchaba empezó a tener sentido y los recuerdos de mis relaciones pasadas empezaron a venir para comprenderlos, para ver lo que antes no podía ver, era como si mi vida fuese un rompecabezas no armado, y cada vez que avanzaba en el proceso, el rompecabezas seguía y seguía armándose con piezas tan mías que me hacía preguntarme ¿Por qué no había visto esto antes… si siempre lo he sabido?
     
      
        Recuerdo que tuve algunas semanas en las que no volví a la consulta, y ni hablar del dinero, muchas veces lo olvidaba, quedaba debiendo y me sorprendía ver como esos pequeños detalles tenían su lógica y su razón de ser en mí, como una resistencia en la cual se “escondían” otros recuerdos y a otras situaciones pasadas y presentes en los que sucedían cosas similares, era como si la consulta fuese el escenario o mi campo de batalla en el cual se representaba toda mi vida, mis afectos, mis pensamientos, siempre pasaba algo nuevo y aún en los momentos en los que parecía no pasar nada, salía caminando luego y al pensar y ocurrírseme cosas me daba cuenta de que si había pasado algo en la consulta, siempre pasaba, siempre pasaba aunque parecía que no pasaba… mi vida fue tomando otros matices y las decisiones no se hicieron esperar, no podía ser infiel a mi misma e ignorar el saber que sobre mi estaba construyendo, ya nadie me engañaba sino que era yo misma la que me engañaba y ahora era hasta responsable no sólo de decidir sino también de no decidir, ya no podía evadirme, “esconderme”, ¡dejarme picar! Ni tampoco podía ¡salvar a toda la barra!... el juego del escondite estaba quedando más develado de lo que pensaba, era extraño era como si aún ese recuerdo infantil estuviese todavía en pleno trabajo, y no terminara de suscitarme más y más recuerdos, fue como una puerta de acceso a mí, quien iba a creerlo.
    
        Era la sabedora de mi propio vivir, o de mi propio inconsciente, pero sin embargo, sentía que no podía sola, requería de él para poder seguirme escuchando y sabiendo. Eso me hacía preguntarme muchas veces, quien es el que sabe sobre mí, ¿él o yo?, y me daba cuenta de que en un principio sentí que era él el que sabía, y ahora me doy cuenta de que somos los dos, yo me armo mi propio rompecabezas, como él mismo un día me preciso, sin embargo, hay piezas que no encajan y es entonces cuando al verlo y hablarle, de repente veo lo que se me escapa y puedo así encajar bien las piezas de mi rompecabezas donde son.
     
      …hoy le vi de nuevo, muchas cosas ya han cambiado… de repente le dije:  




      …“¡Ya no quiero hablar de mí y mi mundo,
Quiero hablar de usted
De usted y yo o de yo y usted…
De lo que siento…
De lo mucho que me gusta esto de usted
De lo mucho que me molesta esto de usted…
Del sueño en el que usted apareció,
Del sueño que usted sabe lo que significa…
…En el sueño me escondía como cuando jugaba a no ser pillada!”


         Cuando terminé de decirle esto, un par de recuerdos vinieron a mi mente… y supe entonces que él es el puente, es sólo un puente, el puente para poner las cosas en su lugar, o sea, armar el rompecabezas con las piezas que son y por medio de lo que siento por él en determinados momentos; “exorcizar” al padre, a la madre, a mi hermano y al amado que habita en mi, motores de todas mis angustias, angustias que se van, angustias que desaparecen de mi cuerpo pero que me dejan cierto saber a verdad y a engaño que me hace sentirme diferente, como si hubiese tenido otra vida, otra vida en la que padecía de todo un poco, sin saber porque o sin saber que si sabía, es el amor contenido en la sexualidad y la muerte, como los dos pilares de la vida humana y el inconsciente, como advertí en un texto que hoy encontré [“me pillé”] de casualidad… como cuando uno encuentra algo de uno y para uno que estaba escondido y que al salir puede libremente decir: ¡pico por mí, pico por mi por toda la barra!, aunque ya no haya más juegos de escondites.

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