sábado, 25 de junio de 2011

Narciso, el enamorado fantasma I (YO!! el siempre enaltecido)

Dime,
Dime que me quieres
Aunque lo sepa.
Dime,
Dime que soy importante, que te hago feliz
Necesito escucharme de regreso
Aunque sea como un eco que viene de tu voz,
Pues no hay cosa en el universo que me haga más feliz
Que escuchar de nuevo el eco de mi voz,
Con el que me amo, amándote.
Narciso.

Siempre hay alguien que presta, que soluciona, que hace, que reclama, que denuncia, que consiente, que adula y felicita al sujeto, que le da lo que al sujeto le falta, le nutre, siempre hay alguien que obtura la falta del sujeto, y esta es una cómoda posición en donde los narcisismos saltan a la luz para ratificarle por un lado a ese alguien el tener un algo del orden del amor con que suplir la falta del sujeto y por otro lado al sujeto que tiene algo del orden de la necesidad que requiere ser suplida, con amor.
            Y he aquí al amor. He aquí el mutuo colma-miento de la falta.


La pasión más grande por excelencia es el narcisismo, y que más narcisismo que el ratificar el proceder del propio YO en el otro, el propio YO así grandote como imaginaria y fantasmáticamente existe [aunque no sea advertido], el ratificar en el otro ese lema del YO de ser “el bueno”, “el malo”, “el criticado”, “el abastecedor”, “el maestro”, “el desprendido”, “el seductor”, “el hombre de muchas mujeres”, “la mujer difícil que al final se queda sin hombre”, “el amigo fiel que ha de terminar traicionado”, “el hombre obsesivo que da mucho y se sacrifica por su amada de la cual luego reniega y odia pero que a la vez no deja”, “la mujer histérica que tiene muchos amores a su alrededor pero se queja de que ninguno le corresponde, ninguno le da la talla aunque a todos los seduzca”, “el hombre gago que tropieza siempre que siente que tiene algo demasiado importante que decir, imaginariamente su palabra valdrá Oro”, “la sacrificada esposa que ha de terminar sometida por su mal hombre, que por supuesto, no deja”, etc, etc, etc, cada YO es testigo silencioso de la naturaleza de sus propias fantasías, fantasías de sometimiento, de manipulación, fantasías exitosas, fantasías de amores épicos, etc… fantasías todas que giran en torno a posicionar al sujeto en un lugar de amor para el otro, en el lugar de amor que el Otro [el Otro donador del discurso] le ubicó y que el sujeto asumió; por ejemplo, “la niña de papá que rivaliza con la madre, y que posteriormente se hace la mejor amiga de los amigos y a la vez la enemiga de las amigas de ellos, o que se hace la amante de un hombre que a su vez es esposo de una mujer que a ella la odia y rivaliza”, “el niño de mamá y el exitoso de la familia que siempre sube todas las cimas y conquista todas las empresas pero que paradójicamente no puede con una mujer, pues ninguna es tan buena como su madre”, etc.



Las anteriores son formas en las que el sujeto perpetúa en sí mismo, el discurso del Otro, el discurso que le fue donado, el discurso desde el cual concibe la sexualidad; el ser amado y amar, ese foco de percepción por donde entra el mundo, esa realidad que vemos o lo que es lo mismo esa manera en que cada uno de nosotros pensamos y defendemos como ¡El amor es esto y aquello!, es el Fantasma; la realización de lo bello, lo hermoso y lo perfecto, es decir, llevar a cabo esa manera en que se busca obturar la falta del otro para así obturar la propia. Se tiene algo que dar al otro y así mismo se desea que eso llene, es decir, que colme o lo que es lo mismo, que sea bien recibido por el otro, que le hace del agrado ¿Le agradará al otro lo que deseo ofrecerle? ¿Qué quiere el otro de mí? ¿Qué me quiere? Si esto llega a buen término; el YO triunfa, es decir, eso que se tenía para ofrecer y ser recibido con deleite se cumple y en la obtura compartida [si el otro se colma entonces el YO del sujeto es colmado] se “realiza” el YO, el narcisismo logra su cometido y gana al enaltecerse al enaltecer al otro. Es el amor, he aquí al amor. He aquí el mutuo colma-miento de la falta.

          
        Si esto es el amor, un colma-miento de faltas, una “realización” del narcisismo, un satisfacer ese discurso que nos fue donado y en el cual nos ubicamos, es decir, una cierta forma de amar y ser amados [discurso del Otro], si el amor es este mentirnos un poco ¿No es acaso justo hacerlo, mentirnos un poco?


         
          
                 ...leer su continuación y segunda parte: "Narciso, el enamorado fantasma II (Sobre el fantasma, el goce y la metáfora paterna)"

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