sábado, 25 de junio de 2011

Sobre el "amor" y Otros "demonios"

¿A dónde se han ido los excesos, las pasiones desenfrenadas, absurdas y peligrosas, las locas en demasía y al loco buscándolas... las ilusiones desaforadas, el drama?...


¿Drama dónde estás?... es mejor preguntarse ¿Cuánto me quiero? ¿Qué quiero? ¿Qué me falta? ¿Qué absurda necesidad lleva a buscar afuera lo que no se encuentra dentro?... Como dice la canción:

Afuera
te desbarata el viento sin dudarlo…
…Y uno cree que puede creer y tener todo el poder
y de repente,
no tienes nada…
afuera
te desbarata el viento sin dudarlo…
(Afuera, Caifanes)
  
No digo que no se ame, digo que el amor es una experiencia de dignidad y amor propio que hermosamente nos regala la vida, en cada suspiro y en cada ilusión, o mejor aún, en cada alguien, y es una acertada y responsable decisión el querer amar más allá de ese loco más allá sufriente y dramático que nos encanta aunque nos cueste la vida.
   
     Por eso dicen que el amor es ciego, y que el que no sabe es como el que no ve. Y es mucho lo que no queremos saber ni queremos ver. Eso destaparía la olla, el pedo personal, el propio e histórico drama que cada quien lleva a cuestas, y si esto pasa ¿En quién nos justificaríamos entonces? ¿A quien le echaríamos la culpa del amor en desgracia que no sólo se vive sino que se reitera y repite?..
    
Tomar las riendas del propio destino cuesta, cuesta el costo del asumir la responsabilidad frente a sí mismo y ser consecuentes con esos “mandamientos” sabios y divinos que nos trazan:
  • “Conócete a ti mismo”
  • “Sé feliz”
  • “Ayúdate que yo te ayudaré”…
Aunque me parece ver que eso que llamamos “amor” humana y carnalmente lo vivimos más como un:

Porque me duele si me quedo
Pero me muero si me voy
Por todo y a pesar de todo mi amor, yo quiero morir en vos.
(Canción para la tierra de uno, Mercedes Sosa)

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
(Contigo, Joaquín Sabina)

Dicen que entre gustos y gustos, no hay disgustos.
Y yo digo que entre drama y drama, si hay bastantes desencuentros,


Y también digo que sin esos desencuentros no sería posible esa pregunta mágica del amor, dicha en ese instante fulminante en el que el que ama, o la que ama, mirando reflejado y dibujado su propio rostro en los ojos del otro que ama, ahí en ese preciso instante se pregunta a sí mismo preguntándole al amado o amada… ¿TÚ ME AMAS?...
...¿TÚ ME AMAS? Responde el eco...

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