sábado, 25 de junio de 2011

¡Todos los caminos conducen a Roma! (Poética de la Interpretación Psicoanalítica)

Lo oscuro, confuso y enigmático
Está tan cerca, tan afuera, tan hablándose, tan ahí
Tan pegado de la lalengua como un saber no sabido
Que se pasa sólo, siempre desapercibido,
La obviedad es su más secreto escondido,
Lo no visto es lo inconsciente.

“Caminante no hay camino se hace camino al andar
Al andar se hace camino”…

Cantaba en versos un hombre mientras caminaba por calles, parajes, ciudades y montes buscando un algo, ese algo que le impulsaba a nomadar por el mundo y a trasegar incansablemente, pero sin hallar sosiego…
¿Qué es lo que busco? Se preguntaba cada vez que desencontrado con la vida y sus ilusionados placeres, sus miedos y muchas muertes parciales, retornaba al mismo y repetitivo sentirse buscando de pueblo en pueblo una oportunidad para empezar a reconstruir su existencia y procurar ser feliz, y fallar en el intento una y otra vez, pues este hombre aunque nómada y aventurero vagaba sin saber sobre su deseo, cual marioneta al viento.

Una tarde ya cansado de andar, se postró sobre un roble, quedando dormido bajo la enorme sombra de su follaje, susurrando como un pequeño lamento:

“¡Caminos, todos los caminos, conducen por todos los caminos al amor!”…murmuraba silente, quedándose poco a poco dormido.

Allí tendido sobre la hierba empezó a recordar soñando lo vivido las últimas semanas; soñó que visitaba a una vieja y sabia muer, se trataba de una pitonisa muy famosa entre los hombres por sus poderes para descifrar el destino y saber sobre los secretos del amor, sin duda alguna, ella sabría lo que a éste hombre la pasaba, su búsqueda inacabable, su desasosiego… ¿Qué busco? Se preguntaba de nuevo mientras veía como se acercaba a hablar con la mujer:

-          Buen hombre… sé lo que te pasa, conozco tus secretos, mírame a los ojos y muéstrame tu mano, te la leeré. Le habló ella
-          Mujer sabia, necesito que me ayudes a encontrar mi camino…  Relataba el hombre mientras ella le interrumpía:

- No, no hace falta, sólo con mirarte todo lo sé, todo lo veo, no hace falta que me cuentes nada, lo sé, tu mi buen hombre tienes un problema de amor…

-¿De amor? No sé si sea eso…¡es que no siento que sea eso lo que busco!... Argumentó el hombre mientras de nuevo la mujer le interrumpió…
- ¡Acaso dudas de mi verdad! Agregó la mujer… Lo que te pasa es un problema de amor y te daré un consejo, bebé esta pócima sagrada y rezada y pasados 3 días encontrarás la mujer de tu vida, y ya no tendrás ese desasosiego. Prosiguió ella.

Pasado esto, el hombre bebió la pócima durante los 3 días siguiente y al cuarto día caminó por el pueblo buscando, buscando una mujer ¡Ahora sé lo que busco, si, busco una mujer… todos los caminos conducen al amortodos los caminos conducen al amor!... se hablaba a sí mismo.

Pasaron así varios días y el hombre no hallaba a nadie, volvió entonces a donde la mujer pitonisa y esta le dio otro bebedizo y esta vez le dijo lo siguiente:

-          Bebé de esto, con esto encontrarás una mujer sonriente y de faldas al viento en la plaza del pueblo, ve hoy al mercado, a la hora de las verduleras.

Escuchando estas palabras el hombre se encaminó hacia la plaza aunque le pareció extraño ver como justo la hora de las verduleras era la hora en que todas las campesinas y artesanas bajan a la plaza a comercializar víveres y obras en barro, y justo todas las mujeres de allí usan falda. Esto le pareció extraño al hombre, pues ¿Cómo iba a saber cuál sería la mujer, su mujer?... la indicación de la pitonisa era ambigua, sin embargo, si ella era tan buena y adivinaba entonces sabría todos los secretos y sabría cómo ayudarle.

En la tarde el hombre se dirigió hacia la plaza y contó con la suerte de conocer a una hermosa mujer, el hombre quedó flechado por ella y se dio cuenta que los designios de la pitonisa eran ciertos…
¡Claro, todos los caminos conducen al amor...! ya mi madre siempre me lo dijo, siempre lo he sabido, ahora si sabré mi camino, todos los caminos conducen al amor.

Los siguientes fueron días muy agradables para él, sin embargo a la semana se dio cuenta que la mujer con la que estaba saliendo estaba ya con alguien y entonces la relación se daño, ella se fue …. Tras este impasse regresó el hombre a donde la pitonisa y esta le dijo:

-          Buen hombre, a lo mejor, ahora veo que lo que necesitas es este amuleto que te daré…
-          Pero… dígame ¿Qué es lo que busco?... prosiguió desesperado el hombre sin hallar una respuesta…

Pasaron unas semanas, y el hombre recobró un poco de su estabilidad emocional pero aún así seguía sin encontrar una respuesta a su desasosiego, sentía que estaba en deuda con él mismo, no era del todo feliz, ni se sentía satisfecho, decidió entonces hacer lo que más le gustaba hacer y era el irse como nómada a caminar¡Caminante no hay camino… todos los caminos… todos los caminos conducen al amor!... repetía en susurrado cántico mientras caminaba por llanuras y empedradas veredas… ¿A dónde me llevará esto? ¿Qué encontraré?

-          ¿Qué encontrarás? Le pregunto un viejo hombre que se hallaba al lado del camino, este hombre tenía una capa tipo religioso puesta y tenía un libro de escrituras sagradas en su mano…. ¡Yo sé lo que buscas hijo mío! Le respondió aquel hombre mientras proseguía:… Lo que buscas es a Dios, él te desatará los nudos que llevas dentro y echará los demonios que no te dan sosiego, ven, toma estos escapularios que te cuestan barato, solo valen 3 monedas de Oro, te garantizo que esto todo lo puede, aférrate hijo mío, y encontrarás la salvación… argumentaba el viejo y extraño hombre
-          Yo no sé lo que busco, he caminado caminos, todos los caminos, pero no hallo donde ir, quizás sea el amor, quizás sea un lugar, siempre he soñado en estar en una gran ciudad en donde pueda laborar como artesano… decía el hombre mientras que inmediatamente fue callado por el viejo:
-          No! No te preocupes que lo que buscas es a Dios, todos buscamos a Dios, aférrate hijo y tu sosiego se irá.

Seguidas estas palabras, el hombre tomó las 3 últimas monedas de Oro que le quedaban en sus bolsillos y compró los escapularios con la fe de que ahora sí, las cosas mejorarían, aunque en él fondo aún se preguntaba ¿Qué es lo que busco… todos los caminos conducen al amor?

De esta manera vagó el hombre durante semanas, hambreado, quemado por el sol, con sed, cansado y rendido ya de tanto buscar, de repente, bajo el follaje de un roble cayó postrado y sobre la hierba se quedó dormido y dormido supo que lo que estaba soñando era el recuerdo de lo vivido los últimos meses, ya cansado, engañado y sin ilusiones se preguntó de nuevo en sueños… ¿Qué es lo que busco?

¿Qué es lo que busco? Caminante no hay caminotodos los caminos conducen al amor
Seguido de esto, el hombre soñó que se hallaba en un jardín y en él jardín había un hombre, de hecho muy familiar para él, que estaba regando las plantas y el ornato, el hombre le preguntó:

-          ¿Qué buscas?

-          No sé, no sé lo que busco, por todos los caminos me he conducido pero no encuentro… respondió

-          ¿Por todos los caminos te has conducido? Precisó el Jardinero

-          Si, y es el amor… ¿será que busco el amor?... se preguntó el hombre mientras se prolongó luego un corto silencio… luego le preguntó al hombre del jardín: ¿Usted sabe?... ¿sabe lo que me pasa, lo que busco?

-          ¡El único que sabe eres tú! Le respondió aquel hombre del jardín.

-          ¿Acaso usted no da consejos y dice que hacer, no es usted un brujo, un gurú, un consejero que sabe lo que a los demás les pasa? Le preguntó asombrado el hombre al ver como este jardinero era diferente a todos los demás con los que antes se había tropezado.

-          ¿Qué buscas? Le preguntó de nuevo el Jardinero.

-          Mmmm busco… busco… no sé mmmm parecerá una tontería pero he andado por todos los caminos, todos los caminos, he recorrido… y el amor, ¿será que busco el amor?, pero ¿Y si lo busco, en donde, hacia donde voy?... no sé, me siento al revés, el amor al revés, todos los caminos aún no me han conducido al amor se hablaba a sí mismo el hombre.

-          ¡Caminante no hay camino, se hace camino al andar! ¿Cómo un caminante nómada? Afirmó y preguntó el Jardinero

-          “Caminante no hay camino se hace camino al andar… al andar se hace camino”… se respondió el hombre, añadiendo: ¡Todos los caminos conducen…! ¿Será que busco el amor?... ¡tengo el amor al revés… mi vida esta al revés!

-          El amor al revés… todos los caminos… al amor… al amor conducen todos los caminos… ¡Todos los caminos conducen al AMOR! ¡Todos los caminos conducen a ROMA! Interpretó el Jardinero, mientras una risa soltó el hombre que le escuchó.

-          ¡Caminante nómada! Añadió el hombre… ¡Caminante nómada!¡Todos los caminos conducen a ROMA! Jajaa… ¡todo el tiempo lo he sabido!
Se dijo a sí mismo el hombre… ¿Por qué no lo había precisado?... ¿Por qué no lo había precisado?... se preguntaba.

-          ¿Por qué? Le preguntó el Jardinero.
-          ¡Por miedo… por miedo al amor, por miedo a Roma!... dicen que es una ciudad que queda más allá del sol, de niño siempre soñé con estar allí, jugaba a ser soldado Romano y ser caminante, caminar hacia Roma!

-          ¡Todos los caminos conducen al AMOR! ¡Todos los caminos conducen a ROMA! ¡Todos los caminos conducen al MIEDO! … ¿Quien conducirá esos pasos por ti? Le precisó el Jardinero.

… el hombre despertó, las hojas del roble caían suavemente mientras la tarde se escondía entre los montes, el atardecer iluminaba con extrema luz el rostro del nuevo hombre que ahora había despertado con una máxima, con un saber sobre sí para hacer más plácido el viaje, su caminar, sabiendo lo buscado con un saber que se le reveló cuando pudo escucharse a sí mismo en el momento en que un otro le facilitó el medio, el puente, el puente al saber no sabido.


Esta es la praxis psicoanalítica, tender a devolverle la dignidad al que sufre tras el advenimiento y despliegue del saber no sabido, saber que viene del sujeto mismo pues el inconsciente es un lugar de saber no sabido que se vale del puente de la transferencia para retornarle al hablante su propio rosario predicado y no visto, que requiere ser visto pues ahí está el hilaje de saber que permite que donde hay un real que se repite y se hace síntoma y desasosiego, emerja un desciframiento simbólico que lo diluya.

Hay varias cosas importantes en este texto, una de ellas es: ¿Cuál fue la diferencia entre el Jardinero y los dos consejeros anteriores; la pitonisa y el religioso?

Hay varias diferencias, la primera es que los dos primeros se situaron como amos, y en esa medida jamás habrá posibilidad de que emerja lo inconsciente como saber no sabido pues si de antemano se sitúa al sujeto como no sabedor, se tapona entonces la posibilidad y necesidad de que hable… o acaso ¿No es el sujeto el que sabe lo que vive y le sucede? ¿Quién entonces es el al que se le da la palabra? Ni la pitonisa ni el religioso sabían nada sobre la Transferencia por ello por muy buenas intenciones que se tenían, de nada sirve, ”de buenas intenciones está construido el camino al infierno” [de este saber también carece muchas, muchísimas veces la psicología por situarse como discurso de amo y como discurso universitario, es decir, es el terapeuta el que sabe y son las teorías científicas las que saben, más no, no le dan la oportunidad a que sea el sujeto que habla el sabedor ¿Quién más va a saber acaso?] por ello no comprenden que la palabra la tiene siempre el que acude a ser escuchado pues es el que sabe, aunque no sepa que si sabe, retornarle su saber para que lo asuma es lo ético que se persigue en el psicoanálisis, siempre.

La Transferencia es un pivote que permite que el sujeto suponga que el que lo escucha sabe lo que le pasa[le supone un saber sobre su síntoma y malestar] y esto en parte es cierto [pues el que escucha sabe, sabe muchas cosas, y lo más importante; lee el texto del que habla, para precisar los agujeros de “goce” por los cuales dicho sujeto se cae, sufre y le emerge síntoma] pero también en parte no, pues el saber viene del inconsciente mismo del sujeto hablando, del inconsciente como lugar de saber no sabido y es importante que justamente la interpretación sea devuelta desde el mismo lugar gramatical y poético del sujeto que habla y consulta, de esta manera la intervención en forma de interpretación, puntualización y aclaración tocará adentro, al inconsciente y al cuerpo mismo del sujeto hablante, es esta interpretación la mayoría de veces poética, ambigua, paradójica, absurda y sin sentido aparente, la que cala porque habla el mismo lenguaje del inconsciente… por ejemplo, no nos hicimos la pregunta del:

¿Para qué necesita el hombre sentirse buscando de pueblo en pueblo una oportunidad para empezar a reconstruir su existencia y procurar ser feliz, y fallar en el intento una y otra vez?
¿Para qué necesita fallarse?

Es esta una pregunta para el goce, o para ese padecer en demasía que guarda en si un montante de placer del cual no se está dispuesto fácilmente a renunciar, si entendemos el inconsciente como discurso del Otro [de ese Otro que traza con su palabra una misma sentencia y suerte de destino, que reprimido se pierde, no es visto por el sujeto aunque lo repita todo el tiempo] entenderemos que el malestar del sujeto da cuenta de la manera como perpetua al Otro dentro de sí buscando reiterarlo en todo otro o semejante, partenaire, de allí que sea común el ¿siempre me pasa lo mismo? ¿Doy con el mismo tipo de hombres, o doy con el mismo tipo de mujeres?... ahí hay como se dice popularmente “gato encerrado”, los otros aquí son sólo medios para reiterar ese discurso del Otro en el sujeto, por ello la pregunta y la queja de goce ¿siempre me pasa lo mismo, con todos?... el “gato encerrado” que aquí se esconde está más obvio de lo que se piensa, está ahí afuera, en la palabra, en el bla bla bla, por ello, es preciso dejar que el sujeto que consulta hablé, sólo así tanto el que hace de clínico como el mismo sujeto podrá advertir la ambigüedad en su propio discurso y ahí, ahí advierte el hueco por donde siempre se cae, y por donde emerge el goce como compulsión de repetición y síntoma, la pulsión de muerte, el malestar, malestar en este caso visto como ese ”fallar una y otra vez en el intento de encontrar de pueblo en pueblo ese algo que busca”… recordemos que aquí no sé maneja una lógica racional sino una lógica inconsciente, eso que se le escapa a la ciencia, eso de lo real frente a lo cual el psicoanálisis fundamenta toda su praxis, allí donde el sujeto patina, se cae y se pierde, ese agujero de angustia que muchas veces ni los medicamentos y ni los consejos pueden taponar o ahogar del todo, es hacia ese agujero hacia donde siempre se dirige el psicoanálisis. Por ello es subversivo y molesta pues apunta a eso que el sujeto no quiere saber de sí pero que paradójicamente es camino hacia su transformación y mejoría directa.

Antes de retomar la cuestión de la interpretación, citemos el ya antes citado fragmento de Alejandro Jodorowsky, titulada el “Desafortunado”:

         Un hombre que caminaba por la selva se topa con un león dormido. El hombre poniéndose de rodillas ante él, murmura: «Por favor, no me comas», pero la bestia no le escucha, ella sigue roncando. El hombre de nuevo grita: «¡Por favor, no me comaaas!». El animal no se da ni por enterado. Sorprendido y temblando el hombre le abre las mandíbulas y acerca su cara a los colmillos para volver a gritar el ruego, pero es inútil, la fiera no despierta. Histérico el hombre comienza a darle patadas en el trasero: «¡No me comas! ¡No me comas! ¡No me comas!». El león despierta, salta sobre él y, furioso, comienza a devorarlo. El hombre se queja: «¡Qué mala suerte tengo!».

Es frente a este "necesitar ser comido para así poder tener mala suerte", de lo que se ocupa el psicoanálisis, ojo, no se trata aquí de “este hombre tiene mala suerte porque fue comido por un león” sino de “el hombre es comido por un león para así poder tener mala suerte”. ¿Extraño?... con esto podemos hacernos una idea acerca del goce.


Volviendo a la poética de la interpretación, dicha interpretación apunta a desnudar la naturaleza real del goce, de ese agujero [entonces donde había un real aparece un saber simbólico que hace precisamente que ya no se necesite del síntoma para taponar o responder a eso que causa angustia en el sujeto; la sexualidad y la muerte, los dos juglares del inconsciente] esta interpretación abre el inconsciente para que el emerger de ese saber no sabido le permita al sujeto hilar la trama o la novela de amor [por qué no llamarla así] que no ve, pero que ahí está, no vista y evidente, es lo inconsciente, de lo que se habla todo el tiempo, pero no es visto, por ello, la interpretación deja ese sabor a ¡Yo lo sabía… claro, siempre lo he sabido!

Esto fue lo que hizo el jardinero, devuelve en su interpretación el saber no sabido que siempre ha sabido el sujeto que se creía no sabedor.

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