sábado, 27 de agosto de 2011

Sombra de mi

Sombra de mi...
he respirado tus aires
tus suspiros llenos de fuego
tus tristezas
tus perdidas... y tus pèrdidas
Sombra de mi... te abalanzas y te veo
te huelo y te veo venir... te lanzas y te leo
te reflexiono y te muestro el arsenal de saber con el que te diluyo
pero incesaante es tu sed
profunda el hambre de tu celo
la avidez con la que empujas
el suspiro de malestar que me arrancas
y sigo asì miràndote, procurando distanciarme
procurando no caer en tu sombra, que es mia, que eres yo, que soy tu...
sombra de mi...
se me escapa uno de tus suspiros de fuego
y en uno de tus celos me posee
un ardor en el pecho
y ya mi corazòn oscurece en tu sombra
mi saber se diluye en tu candela
y la cordura me la arrancas toda con tu celo,
sombra de mi ardiente y dolida
sombra de mi que en tu oscuro manto no me deja pensarme
sombra de mi que en mi silencio y en mi quietud intento contenerte
para que estalles dentro de mi
y todo afuera permanezca en santa paz
pero oscureces mi silencio... lo diluyes
pero oscureces mi quietud... me atormentass...
y ya sombra de mi, me vuelvo tu...
y te sacias, me comes en fuego ardiente
celoso...
y luego te vas... y me dejas este sabor a ti
a culpa... a ti, sombra de mi.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Objeto "a"


 

Objeto “a”

Jugando ayer desnudo por la arena
mi niñez poco a poco vi pasar,
fui soñando y jugando con el viento

hasta que un día aprendí a volar
como mis gaviotas…
Y me fui lejos de allí
aquel día,
sin mirar atrás creí
que jamás volvería…
Me encontré un cardo, una flor,
un sueño, un amor, una tristeza,
me fui solo y luego fuimos dos,
un beso, un adiós, otra canción, otra ilusión y otras cosas…
Y harto ya de andar
hoy la volví a buscar
Y no la vi, ella también se fue
de aquel rincón que nos unió una vez,
me quedé solo, escarbando en el suelo,
buscando mi niñez...
Ella no ha de volver jamás,
Ellas ha quedado atrás
bajo la arena, cerca del mar,
junto a unas rocas
que no saben volar....
Y me voy más triste hoy
que aquel día,
que sin mirar atrás
creí que jamás volvería... lalala lalalalalala lalalalalali lalalalalali...

lunes, 22 de agosto de 2011

El Reloj del Analista


Tiempo... para contar un sueño
caido en sus fisuras
en las rendijas por donde la voz
olvida ponerle cerrojo
al inconsciente que pario mientras dormìa.

Tiempo... para vaciar a la Cultura
y su malestar de espejos
de juegos y semblantes
de màscaras e imaginarios
reconocimientos que engañan
marañada madeja escupiendo
eso que amarra y agarra lo que patalea;
la patada de ahogado.

Tiempo... para una pregunta
de respuestas siempre dichas
con voz temblorosa
atrapada como pataleada patada de ahogado
en la angosta guargantia
por donde las palabras... se ahogan.

Tiempo... para un Divàn
y una voz de amor enredada
que descubre que su balbuceo titubeante
entrampa una ilusiòn
que patalea cual irrenunciable patada de ahogado.

El tiempo... y la pregunta aparece
en el reloj del analista
en el tiempo del anàlisis
en la hora del inconsciente.

domingo, 21 de agosto de 2011

Amor para la muerte


Y uno se da cuenta, lo que las personas valían para uno, justo cuando ya no están, cuando ya no se necesita para depender de ellas, cuando uno ha soltado sus amarras y se ha lanzado a la aventura del seguir viviendo, amando, soñando y muchas veces ilusionándose pese a la pérdida, pese a ese estarnos ausentando siempre... cuando uno ya tiene otra vida, ahí es cuando los seres que uno amó cobran vida para ya entonces nunca más dejarlos morir, ir, pues ya quedan, queda la sabiduría, eso que llega tarde cuando ya ni uno ni el otro está... y la vida nos enseña que sólo somos personajes, máscaras haciendo papeles, representando funciones, ocupando lugares y luego cuando ya el teatro de un amor se va y da paso a otro teatro de otro amor, ahí uno ve que las lágrimas, los dolores, los chispazos de luz y las miradas que un día algo dejaron, reaparecen para colocar el amor en otro lado, en el lado no de las máscaras ni de los egos, ni de los narcisismos, ni de las posturas infantiles a las que quedamos pegados en algún momento de la vida y que asumimos pese a que ya no somos niños, es ese cariño diferente que te hace sentir que los seres que has amado son tu familia, los humanos que la vida te pone para que cada vez te encuentres más contigo mismo al precio de muchas veces, dañarlos, violentarlos y no advertir que son eso; compañeros de viaje. Eso somos los humanos, amadores que luego en la ausencia despiertan el verdadero amor, el amor del agradecimiento, el amor que entiende que nadie es un fin en sí mismo, nunca lo fuimos, nunca lo fui, nunca lo fuiste, sólo fuimos medios, medios para encontrarnos a sí mismos.

Es precisamente tu ausencia lo que te hará vivir en mi para siempre. Por ello aunque no estemos, estamos. Somos alquimizados, transformados por el que se fue, y en eso que ahora estamos siendo, la persona ausente vive, porque sin ese pasaje vivido no seríamos lo que hoy somos.

Por eso, siempre que me ausente, siempre que mi deseo no seas tu, ahí, te estaré amando más pues estaré comprendiendo en mi carne y en tu ausencia, que el hueco que dejas me enseña más a valorarte, y paradójicamente, a desearte mucho más, aunque ya quizás no pueda tenerte.


Este escrito con amor para ustedes y para todos los ausentes que llevan en su recuerdos y silencios.


Sergio Iván Vallejo Rincón 

martes, 16 de agosto de 2011

¡Ser algo para alguien! (Fragmentos de un texto de Carlos Alberto Prada)


Para el ser humano es imprescindible significar. El Ser Humano no se puede constituirse como tal, no puede ser sujeto, no puede interactuar con otros seres humanos, si no es Significante, es decir, si no significa algo para alguien. Un bebé puede nacer aunque nadie lo haya deseado, pero si no llega a significar algo para alguien, si no es nombrado, hablado, no logra constituirse como sujeto deseante y sobrevive por poco tiempo. Y ¿Qué es eso que se busca significar para alguien? No se sabe, es saber no sabido, y esa falta de saber hace que ningún objeto que consigamos sea suficiente, pues hay una demanda específica del ser humano, que ningún objeto satisface plenamente. Eso que los seres humanos siempre demandamos, siempre buscamos y nunca alcanzamos es nuestra Completud.

Los seres humanos necesitamos y buscamos durante toda nuestra vida, la repetición del Encuentro Fundante. El amor que nos hace sentir que somos uno con el otro.

El Ser Humano, como Significante que es, también necesita reconocerse en un Semejante para poder constituirse. Reconocerse en el semejante, es el encuentro fundante del Amor. Por eso Lacan va a decir que el Ser Humano se constituye en Espejo.

Fragmentos extraidos del Blog de Marcelo Perez, quien cita un texto del analista Carlos Alberto Prada 

La Responsabilidad del sujeto en el Psicoanálisis. Por Victor Lunger

http://www.efba.org/efbaonline/iunger-18.htm

lunes, 15 de agosto de 2011

Amor… al Significante

El Falo es siempre un Fallo

El sujeto como sujeto de deseo y de lenguaje, es convocado a la vida, a la existencia, a ocupar un lugar en el deseo del Otro, del Otro que puede ser pensado como esos “donantes primeros” del sujeto, los que le donan la lengua, el discurso, esa manera de concebir y nombrar el mundo y el amor, “esos primeros que le enseñan a hablar al sujeto”, de este modo el Otro es la lengua materna, la cultura a la cual el sujeto cae inserto, el bla bla bla que caracteriza la lengua del lugar donde habita, de su familia, ese es el Otro. Cuando Lacan establece el inconsciente como el discurso del Otro, lo que hace es advertir que el inconsciente es la lengua del sujeto, la lengua que le han donado esos que le han convocado al existir, y es por medio de esa lengua que el sujeto es atravesado por el deseo del Otro haciéndose precisamente “algo” para el Otro, y en ese hacerse “algo” para el Otro, se ubica en un lugar de deseo, lugar que le fue y le es transmitido por medio del lenguaje, o mejor de la lalengua o del bla bla bla.

Cabe entonces la pregunta ¿Qué soy para el Otro?, o mejor ¿Qué me quiere? (¿Che vuoi?), lo que se traduce también como ¿Qué me desea?, ¿Qué me pide que sea?, ¿En qué lugar me ubica para así ubicarme?, todas estas preguntas apuntan a la misma ¿Qué me quiere el Otro?, ¿Qué Soy?, y ese “Qué Soy” es el Significante, o la marca del Otro que el sujeto a asumido para ubicarse en un lugar desde el cual “ser algo para alguien”. Si no nos hubieran hablado de amor no sabríamos lo que es el amor, y el asunto es que si nos han hablado de amor, todo el discurso con el que el Otro barra o atraviesa al sujeto es un discurso de deseo.  

¿Qué es entonces el sujeto? El sujeto es un deseo, es el deseo del deseo del Otro, y ese deseo que es el sujeto lo lleva inscrito en la piel a través del Significante. Eso hasta el momento, por ello decimos que el sujeto es sujeto de un deseo inscrito por medio del lenguaje, de la palabra del Otro, inscrito vía el discurso del Otro, por ello el inconsciente es el discurso del Otro, es decir, el inconsciente es un decir, un discurso del sujeto que habla todo el tiempo sobre su deseo, pero que no lo advierte, no lo ve, pero ahí está, hablándose.

Y entonces ¿Qué es el Significante? Lacan lo definió como “lo que representa a un sujeto frente a otro Significante”, es decir, el Significante es un “saber” o un “decir” que al ser advertido aparece como respuesta a la pregunta ¿Qué me quiere el Otro?, es una respuesta que devela el deseo del sujeto, es una respuesta que devela el lugar desde el cual se ubica el sujeto para amar y ser amado. “Un Significante es lo que representa a un sujeto frente a otro Significante”, un Significante es lo que devela el deseo del sujeto (lo que pretende y construye a través de su discurso, a través de su bla bla bla…), un Significante es aquello que devela lo que lo representa o lo significa para el Otro puesto que el deseo del sujeto es deseo del deseo del Otro, un Significante responde a la pregunta ¿Qué soy para el Otro? ¡Para el Otro soy un deseo! el deseo de situarme siendo “X cosa” pues siendo “X cosa” seré la realización de su deseo, esa respuesta o esa saber sobre que “X cosa” se es, es el Significante. Y acaso ¿Lo qué más anhela un sujeto no es ser algo para alguien? He aquí la respuesta, ser “lo importante de alguien siendo “X cosa” o siendo de “X forma”, he aquí el deseo del sujeto; ser el deseo del deseo del Otro. El Significante viene a responder a esta incógnita ¿Qué me quiere el Otro? ¿Che voui? Como se encuentra presenta en la obra de Lacan.

¿Qué me quiere el Otro? ¿Che voui? Es la pregunta por el deseo y es la pregunta que en su incógnita genera la angustia, angustia dada por el no saber sobre el deseo, no saber en qué lugar me quiere situar el Otro para así ser su deseo y en esa medida ser su deseo, pues siendo ese deseo el sujeto se ubica como Falo del Otro, es decir, como eso que lo completa, colma y llena la falta de dicho Otro, y acaso ¿Lo que desea un sujeto no es ser el Falo del Otro?, acaso ¿Lo que desea un sujeto no es ser lo importante del Otro?, y cuidado aquí que no estoy diciendo ¡ser algo importante para el Otro!, estoy diciendo ¡ser LO importante del Otro! Que es una cosa muy diferente, ser “LO importante para el Otro” quiere decir “ser su Falo”, “ser lo exclusivo”, ser eso que obtura la falta, la hiancia, el agujero del Otro, ser lo que le completa, lo que le colma, bajo esta vía se estructura el Narcisismo del sujeto, Narcisismo que podemos pensar acá como ese terreno fantasmático, ilusorio, imaginario del enaltecido e inflado YO que busca colmar lo que cree y supone al otro, al semejante, al amad@, le falta, o por el contrario, le pide (le demanda) a ese otro que le llene, le colme, que le obture su falta estructural, esto es Narcisismo e inscripción del amor como goce imaginario, el situar al YO como falo del otro y viceversa; situar al otro como falo del YO, por ende, si el YO completa al otro (en la ilusión del imaginario) en esa misma vía el YO es completado por ese otro puesto que le reafirma al YO del sujeto que efectivamente él, es falo, esto no ocurre pues este imaginario se fractura, se rompe pues el desencuentro se hace inevitable, y es sobre ese desencuentro que tiene que ver con el hecho de que el “sujeto no es lo que completa al otro” y el “otro no es lo que completa al sujeto” es lo que configura la neurosis, el teatro de la vida y del amor, del amor como goce imaginario vale la pena dejar claro, pues el amor como amor propiamente dicho es otra cosa, el amor es amor al deseo, a la falta, el amor es amor pese al inevitable e ineludible hecho de que no existe reciprocidad entre los sexos, Lacan decía “La relación sexual no existe”, y frente a este no querer saber nada de eso, de que la relación sexual no existe, es que el sujeto se enferma, hace síntoma, dirige su deseo al terreno del goce del procurar andar por la vida completado y ser completado, tal cosa no existe, cuando Lacan expresa el hecho de que “la relación sexual no existe”, lo que quiere decir es que siendo el sujeto “sujeto del Significante”, es decir, siendo el sujeto “sujeto de un deseo”, este deseo es singular y no es un deseo que logre y alcance el elixir de completes en el otro amad@, en el semejante ¿Y por qué no lo alcanza? No lo alcanza porque ese otro amad@ lleva otra traza Significante, un deseo a cuestas inscrito en su piel, en su cuerpo, en su discurso, por ello “no hay encuentro” en el sentido de que se encuentre a otro que corresponda a la manera como el sujeto se sitúa en el amor, es preciso tener en cuenta que el deseo aquí no es el deseo de ser querido y amado (si fuera así no habría problemas pues todos queremos eso), el deseo es deseo de ser querido y amado pero de “X forma es particular”, por ello no hay reciprocidad entre los sexos, puesto que el malentendido está presente siempre.

Y el amor (más acá de lo imaginario) es amor pese al malentendido que implica el ser sujetos hablantes de lenguas diferentes, la lengua maternas distintas; hijos de otro distinto. Por ello el YO al imaginariamente pretender ser el “Falo” del otro, termina siempre en un “Fallo”, un desencuentro que fractura la ilusión de la que el YO inflado se agarra buscando ser “LO importante para alguien”, y con este fallo y esta fractura de lo imaginario “muere el Yo” por decirlo de alguna manera y “adviene el sujeto”, el sujeto barrado, de la falta, el sujeto que ha de vérselas con la experiencia del hacer algo con ese hueco, con esa su falta estructural de la que no quiere saber nada, aunque sea siempre la que le mueva y alrededor de la cual gira su existir. El precio que paga un sujeto por no querer saber nada acerca de que la relación sexual no existe, o dicho de otra manera; por no querer saber nada acerca de que el malentendido siempre estará ahí y la ilusión del Uno, del fundir en el completar y ser completado no existe, el precio que paga por no querer saber nada de esto, nada de su falta en ser, de que siempre habrá algo que falta en ser para el otro y viceversa, el precio que se paga por ello es el precio del síntoma, de la neurosis. ¡Quien esté libre de este “pecado” que tire la primera piedra!

Cuando te pido una mirada
No es esa que me das la que pido…
Cuando te pido una mirada
Lo que pido es que me mires desde donde yo te miro,
Pero tú nunca lo haces… siempre lo haces desde donde tú me miras.
…Pero hay algo que siempre he sabido y a la vez no he querido saber;
Y es que tampoco nunca a ti te miraba,
Pues siempre que me pedias que te mirase
No pude nunca mirarte desde donde tú me mirabas.
Anónimo

Con el anterior verso expresa la naturaleza de la demanda que el sujeto le hace al otro amad@, se trata de una demanda de amor en lo imaginario en donde se le pide: “ámame de la forma como me enseñaron y me dijeron debo ser amado (aunque no la sé, la desconozco, no sé que la sé), pues si me amas así entonces seré lo que te completa, seré tu falo y tú serás el mío”, ahora, vemos que el sujeto le demanda al otro, al semejante, al amad@, una respuesta frente a su propia incógnita del ¿Qué Soy?, como si el otro pudiera dar cuenta del Significante que al sujeto lo atraviesa, es decir, como si el otro pudiese dar una respuesta frente al deseo no sabido que lleva como traza el sujeto, pero esto no ocurre, pues ambos sujetos están en la misma posición y entonces es una pregunta que angustia y que va y viene entre ambos amantes ¿Qué me quiere? O ¿Cómo quieres que te quiera? Y ahora, se espera esta respuesta y suponiendo que el otro pueda respondérsela al sujeto, esta respuesta no es la respuesta que quiere el sujeto que la hace, que lanza la pregunta puesto que la respuesta al ¿Cómo quieres que te quiera? No es una respuesta que satisfaga el ¿Cómo quiero quererte? O ¿Qué eres para mí? Que pasa acá, pasa que hay dos formas de querer, que no sólo son “no sabidas”, sino que también su respuesta es pedida a otro que nada sabe pues se halla en la misma situación de incógnita frente a sí mismo, y para “colmo de males”, al final, esas dos formas de amor son diferentes, no son reciprocas, no hay encuentro, la relación sexual no existe, es decir, el malentendido en ineludible.

Por ello el amor como imaginariamente se conoce, no es amor, es goce, es ilusión, el amor tal como lo propone el mismo Sócrates y los invitados al Banquete del Platón es amor al amor, es amor pese a la caída de los ideales imaginarios y a las ilusorias pretensiones del YO inflado y enaltecido que no deja de pensarse mágicamente como Falo, es decir, el YO no deja de ser “su majestad el Rey”, su “majestad la Reina”, como decía Freud, el YO no deja de pensarse como “su majestad el bebé” o “su majestad la bebé”, yo diría; “su majestad el niño”, “su majestad la niña”. El amor es amor pese a este desencuentro, pese a que a relación sexual no existe en la medida en que siendo sujetos del lenguaje, somos sujetos con una “lengua materna singular”, por esto el malentendido está ahí, y es ese malentendido lo que no quiere saberse pues revela o mejor desnuda al sujeto frente a su real de falta, frente a su “faltarle siempre algo en ser”, implica la caída de su pretender ser Falo. El amor es otra cosa, el amor es amor al deseo, y el deseo vive en su falta, el amor es amor a la falta.

Ahora, otra cosa fundamental aquí es que en la medida en que el sujeto le demande, le pida al otro amad@ que le quiera desde el lugar que le han ubicado, le está haciendo no una demanda al otro como semejante y amad@ sino al Otro como Gran Otro materno y/o paterno. En esta medida tenemos al adulto que al amar no deja de ser “su majestad el niño” y/o “su majestad la niña”, que se vale del otro semejante amad@ para pretender mantener el lugar en el que el Gran Otro materno y/o paterno le ha ubicado, se queda así el sujeto colocando a la madre o al padre en el lugar de la pareja, del otro semejante amad@, pero se cae este amor imaginario pues es un narcisismo que no logra alcanzarse puesto que primero ese otro partenaire y amad@ no sabe como ser de padre, de madre o de hijo del sujeto que el pide o demanda esa manera de amar, se queda así el sujeto amando algo que no existe, el Otro no existe, se queda el sujeto demandándole amor a un espejismo, un espejismo que coloca o proyecta sobre su semejante amad@ ¿Qué es lo que se ama entonces si no es un espejismo, la reivindicación del propio narcisismo al pretender que el otro semejante amad@, mantenga el amor primero y primigenio del Gran Otro materno y paterno?... por eso amamos como niñ@s, en el inconsciente no se deja de serlo pues el inconsciente no sigue un tiempo cronológico sino un tiempo que se queda fijado al Edipo. “Toda neurosis es neurosis infantil”, decía Freud, con esto quiere decir que el sujeto que habla en un dispositivo analítico, en un análisis, o mejor dicho, el sujeto que habla de su sufrir frente a un analista o un alguien en quien confía como escucha y por quien le une un lazo de transferencia, es un sujeto que independientemente de ser un adulto de 20, 30 o 60 años, no es ese el que habla sino el niño y la niña que lleva en sí, es el sujeto del inconsciente, el sujeto del Edipo, el que habla en la consulta. El síntoma es la expresión de que el sujeto no ha dejado de ser “su majestad el niño” y/o “su majestad la niña” y  el precio que paga el sujeto por el alivio de sus síntomas es el precio de la castración, es decir, el precio del articular un saber que le permita asumirse responsablemente frente a eso que le hace sufrir, y esto implica una renuncia al imaginario de pretender ser el Falo, pues ¡El Falo será siempre un Fallo! El sujeto busca ser el Falo de “X manera” y esa “X manera” es el goce, por tanto no sólo hay una renuncia a lo imaginario sino al goce implícito allí, traducido al español, en la castración se erige un monumento que siempre acompañará al sujeto, pues será su monumento del “El Rey a muerto” y/o “La Reina a muerto”, por esto es que un análisis, un buen análisis es para toda la vida puesto que en un análisis siempre quedará un saber sobre “Eso que se fue, eso que se era”, cumpliéndose así la cita que Freud profesó ¡Wo Es war, soll Ich Werden! ¡Allí donde eso era, es responsabilidad ética que el sujeto deseante advenga! Que se puede traducir acá como un “allí donde el goce era, ha advenido el sujeto responsable”… ¿Responsable de qué? Responsable de resituar su deseo no desde el lugar del goce.

La ética del sujeto del inconsciente es ser consecuente con su deseo, no puede escapar de ello, pero la responsabilidad del sujeto esta en resituar su deseo desde otro lugar que no sea desde el goce, desde otro lugar que no sea desde la ilusión de ser “su majestad el niño” y/o “su majestad la niña”. Se trata así de un deseo que no se sitúa en el terreno del imaginario.   


En el teatro de la vida
Soy un papel que me dieron y he asumido,
No sé cual es este mi papel, no sé cual es esta mi máscara
Tú que me ves debes saber cuál es,
Y te pido que me la digas y que me quieras conforme a eso
Pues imagino que lo que soy es lo que te llena, lo importante para ti, soy YO…
Por favor, no me digas que no sabes, no me digas que no me ves
No me digas que no me reconoces… no me digas que a ti te pasa igual
No me digas que no soy lo que te hace feliz
Que hay otras cosas y otros mundos que te hacen feliz…
Pues entonces, este mi teatro se abrirá ante mí como un agujero negro
Y me enfrentaré a la soledad, al abismo y a la ausencia más grande de mi vida;
Amarme y amarte pese a que sin mi puedas existir,
Pese a que sin ti pueda yo respirar.