lunes, 4 de julio de 2011

Dios es Inconsciente II [En la común-unidad y el sentimiento oceánico; Dios]

Continuando con el texto anterior: Dios es Inconsciente I [Sobre el Religare y la Sexualidad], queda entonces más claro lo que es la Sexualidad; “esa manera que tiene el sujeto de ligarse al otro” [esa forma es su propio fantasma imbuido en un discurso de goce], por eso Freud ubicó la libido [que luego Lacan nombró como “deseo”] o esa tendencia al re-ligare [“al volver a unir”] en el terreno de la Sexualidad, pues el “re-ligare” se da siempre hacia el otro, en una búsqueda por empalmar una común-unidad con el otro [por ello nos enamoramos], una comunidad o común-unidad, unidad-común, una idea en común, un algo común en donde se despierte el sentimiento oceánico que describe Freud en “El malestar de la cultura” [1926] y que remite a ese sentimiento de conexión o unión con el todo o con un algo más grande que contenga al ser, el sentimiento oceánico es ese sentir de diluye el estado de separación, de des-unión, de corte, de mortalidad, de muerte, de ausencia, de falta que “acompaña” [paradójicamente hablando] al humano [Este estado de unión, de re-ligare, de unidad; es un retorno a la madre, y a la madre tierra].
Este sentimiento oceánico es lo que se busca en la “comunidad” o la común-unidad [“comunidad”, que es la representación del sujeto ligado al otro]; ¡despertar el sentimiento oceánico! “reintegrar lo separado” o “re-ligare”, “tejer de nuevo la falta”, y con ello, eternizarse, eternizarse al sentirse UNO con el TODO, y esto no le es posible en vida al humano pues la vida es un corte, un continuo suceso de reiteradas, repetidas y esperadas separaciones, rupturas, des-ligadas, ausencias, y esto es la muerte; la separación, por ello se dice que somos seres para la muerte o Dasein como propone Heidegger, pues en vida estamos separados y con el deseo urgente de re-integrar lo perdido, lo que falta, lo que se fue y/o perdió, lo que esta como ausencia, el ser humano se haya no –ligado y por ello su libido o su deseo es una constante energía que buscar la unión con el otro, “re-ligarse”, y dicho deseo o libido emana justamente de la falta, de eso que falta, que le falta, que hace falta, de eso que hace “des-prendimiento” y la “separación” a la que “en vida” y “por vida”, el hombre es arrojado.
El sujeto en falta [es decir el sujeto “des-ligado”, separado, por ello el humano desde que existe; es un sujeto en falta, en falta debido a que por el simple hecho de vivir ya es un sujeto al cual se le ha separado de su originario estado de unión con el todo. ¿Acaso el alumbramiento no es un trauma, un fin de algo y un comienzo de algo, es decir, una muerte a lo natural intrauterino y una nueva vida en lo cultural del hombre como hombre, el hombre del lenguaje? El nacer nos deja ya de entrada a la vida, el despojo de muerte de lo natural, esto es, la separación con la madre y/o la madre tierra. El nacer nos deja la falta, nos queda el despojo de eso en común-unidad y unión con el todo que fuimos, nos deja un agujero, una fractura de algo perdido que hay que reintegrar, acaso no es desde ese lugar que justamente emana la libido, el deseo, ese empuje que tiende a reconstruir y reconstituir el re-encuentro con el sentimiento oceánico de estar ligados, no separados. Por ello nos unimos al otro, hacemos lazo. Hacemos comunidad; “común-unidad”, y para ello hay dos vías; el amor y la música, ambos rituales.
Pasa algo demasiado particular en las religiones, y es que en las religiones el ser se pierde para poder reencontrarse con el sentimiento oceánico a través de la música, no a través de Dios. Las religiones son cultos que entrampan no sólo una respuesta cosmológica [del origen y del fin del hombre, es decir, un saber sobre eso de inmensa incertidumbre que se le escapa al humano; la muerte y el sentido de la vida], las religiones ofrecen no sólo una respuesta que alivia la incertidumbre irrespondible sobre la muerte y el sentido de la vida, sino que también la religión genera una común-unidad que comparte una sola idea “cosmológica” que con un conjuntos de símbolos y representaciones de poder como lugares y objetos sagrados hacia los cuales se dirige un discurso de cuerpo y palabra, es decir, de danza y de canto que al tornarse repetitivas en masa, alteran los sentidos en el “elevaje” y la resonancia de los mantras en que se convierten los cantos y rezos y de las danzas en que se vuelven los movimientos corporales propios del ritual, es así como la búsqueda de Dios termina en un poderoso ritual [ritual que acompaña a todas las civilizaciones], ritual que es una sola cosa; música, música que al unísono acompañada de elementos sagrados o símbolos, así como de una danza y un canto repetitivo, altera los sistemas yoicos y la libido en su tendencia al re-ligare o re-ligar [palabra de la cual viene la palabra Religión. ¿Religión = Religare = libido? ¡Sí! Pero no en la medida en que la libido como sentimiento oceánico que busca en la común-unidad un retorno a lo originario, a lo unido con el todo, no da respuestas sobre la cosmología, pues el Psicoanálisis no es religión, pero si es una praxis que muestra como el hombre crea la religión, es su deseo de re-ligar siempre lo que impera, y eso es la libido o el deseo en Lacan.

Dios es inconsciente, decía Lacan en su Seminario 11, Dios es el sentimiento oceánico de retorno a lo perdido y a lo una vez separado [es la re-ligazón] re-ligazón o vuelta al estado de unión con el todo que se alcanza con la muerte y que el humano busca en la Religión que es una común-unidad desde la cual establecer el ritual para de él emane Dios, es decir, la unión, el sentimiento oceánico, es decir, Dios es creado por el hombre, en el ritual y el estado que en últimas el ritual alcanza en su máxima expresión. La cuestión es que la religión al brindar una respuesta sobre la incertitumbre sobre la muerte y sobre el sentido de la vida, lo que hace es constituirse como ente institucional que “controla” o mejor regula al hombre, la religión es un sistema y como todos va encaminado a un solo objetivo, mantener ciertos intereses que ordenan y a la vez someten la expansión del hombre hacia lo espiritual. Por eso el capitalismo tiene un discurso en el que se impone una cultura de “basura” o de consumismo, en donde el hombre cada día está más banalizado (vale menos) y su sentimiento de pérdida y separación crece y crece, y ante esto, están las religiones para justamente “devolverle la vida a estos seres en nombre de Dios” no es en nombre de Dios, esta es una invención humana que metafóricamente se refiere a un contactarse con sus raíces, con la unidad, con una unión, con la comunión. Con lo anterior resulta que entonces Capitalismo y Religión, se necesitan mutuamente, la primera para explotar al hombre en su loca idea de por la vía del dinero y del poder, alcanzar la felicidad de lo oceánico [tarea siempre perdida desde este punto de partida] y en el segundo de los casos, la religión le retorna al hombre una posibilidad de sentimiento oceánico al “bautizarle una idea sobre la vida y la muerte”. En ambas vías se da por obvio algo importante, esencial y primordial, es la común-unidad, el ritual, el ritual es pura música repetitiva. Dios es música creada en vivo y en directo allí en la común-unidad o en la masa de hombres siguiendo un significado de símbolos [lugares y objetos sagrados], cantando unos rezos específicos y danzando con unos movimientos específicos, todo esto repetitivamente hasta formar el mantra. Allí el hombre se pierde para reencontrarse con el sentimiento oceánico de retorno a la unidad, lo que la religión designa y da el nombre de Dios.
Continua en el texto siguiente: Dios es Inconsciente III [La religión es un ritual de común-unidad desde donde emana Dios: el sentimiento oceánico].

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