lunes, 15 de agosto de 2011

Amor… al Significante

El Falo es siempre un Fallo

El sujeto como sujeto de deseo y de lenguaje, es convocado a la vida, a la existencia, a ocupar un lugar en el deseo del Otro, del Otro que puede ser pensado como esos “donantes primeros” del sujeto, los que le donan la lengua, el discurso, esa manera de concebir y nombrar el mundo y el amor, “esos primeros que le enseñan a hablar al sujeto”, de este modo el Otro es la lengua materna, la cultura a la cual el sujeto cae inserto, el bla bla bla que caracteriza la lengua del lugar donde habita, de su familia, ese es el Otro. Cuando Lacan establece el inconsciente como el discurso del Otro, lo que hace es advertir que el inconsciente es la lengua del sujeto, la lengua que le han donado esos que le han convocado al existir, y es por medio de esa lengua que el sujeto es atravesado por el deseo del Otro haciéndose precisamente “algo” para el Otro, y en ese hacerse “algo” para el Otro, se ubica en un lugar de deseo, lugar que le fue y le es transmitido por medio del lenguaje, o mejor de la lalengua o del bla bla bla.

Cabe entonces la pregunta ¿Qué soy para el Otro?, o mejor ¿Qué me quiere? (¿Che vuoi?), lo que se traduce también como ¿Qué me desea?, ¿Qué me pide que sea?, ¿En qué lugar me ubica para así ubicarme?, todas estas preguntas apuntan a la misma ¿Qué me quiere el Otro?, ¿Qué Soy?, y ese “Qué Soy” es el Significante, o la marca del Otro que el sujeto a asumido para ubicarse en un lugar desde el cual “ser algo para alguien”. Si no nos hubieran hablado de amor no sabríamos lo que es el amor, y el asunto es que si nos han hablado de amor, todo el discurso con el que el Otro barra o atraviesa al sujeto es un discurso de deseo.  

¿Qué es entonces el sujeto? El sujeto es un deseo, es el deseo del deseo del Otro, y ese deseo que es el sujeto lo lleva inscrito en la piel a través del Significante. Eso hasta el momento, por ello decimos que el sujeto es sujeto de un deseo inscrito por medio del lenguaje, de la palabra del Otro, inscrito vía el discurso del Otro, por ello el inconsciente es el discurso del Otro, es decir, el inconsciente es un decir, un discurso del sujeto que habla todo el tiempo sobre su deseo, pero que no lo advierte, no lo ve, pero ahí está, hablándose.

Y entonces ¿Qué es el Significante? Lacan lo definió como “lo que representa a un sujeto frente a otro Significante”, es decir, el Significante es un “saber” o un “decir” que al ser advertido aparece como respuesta a la pregunta ¿Qué me quiere el Otro?, es una respuesta que devela el deseo del sujeto, es una respuesta que devela el lugar desde el cual se ubica el sujeto para amar y ser amado. “Un Significante es lo que representa a un sujeto frente a otro Significante”, un Significante es lo que devela el deseo del sujeto (lo que pretende y construye a través de su discurso, a través de su bla bla bla…), un Significante es aquello que devela lo que lo representa o lo significa para el Otro puesto que el deseo del sujeto es deseo del deseo del Otro, un Significante responde a la pregunta ¿Qué soy para el Otro? ¡Para el Otro soy un deseo! el deseo de situarme siendo “X cosa” pues siendo “X cosa” seré la realización de su deseo, esa respuesta o esa saber sobre que “X cosa” se es, es el Significante. Y acaso ¿Lo qué más anhela un sujeto no es ser algo para alguien? He aquí la respuesta, ser “lo importante de alguien siendo “X cosa” o siendo de “X forma”, he aquí el deseo del sujeto; ser el deseo del deseo del Otro. El Significante viene a responder a esta incógnita ¿Qué me quiere el Otro? ¿Che voui? Como se encuentra presenta en la obra de Lacan.

¿Qué me quiere el Otro? ¿Che voui? Es la pregunta por el deseo y es la pregunta que en su incógnita genera la angustia, angustia dada por el no saber sobre el deseo, no saber en qué lugar me quiere situar el Otro para así ser su deseo y en esa medida ser su deseo, pues siendo ese deseo el sujeto se ubica como Falo del Otro, es decir, como eso que lo completa, colma y llena la falta de dicho Otro, y acaso ¿Lo que desea un sujeto no es ser el Falo del Otro?, acaso ¿Lo que desea un sujeto no es ser lo importante del Otro?, y cuidado aquí que no estoy diciendo ¡ser algo importante para el Otro!, estoy diciendo ¡ser LO importante del Otro! Que es una cosa muy diferente, ser “LO importante para el Otro” quiere decir “ser su Falo”, “ser lo exclusivo”, ser eso que obtura la falta, la hiancia, el agujero del Otro, ser lo que le completa, lo que le colma, bajo esta vía se estructura el Narcisismo del sujeto, Narcisismo que podemos pensar acá como ese terreno fantasmático, ilusorio, imaginario del enaltecido e inflado YO que busca colmar lo que cree y supone al otro, al semejante, al amad@, le falta, o por el contrario, le pide (le demanda) a ese otro que le llene, le colme, que le obture su falta estructural, esto es Narcisismo e inscripción del amor como goce imaginario, el situar al YO como falo del otro y viceversa; situar al otro como falo del YO, por ende, si el YO completa al otro (en la ilusión del imaginario) en esa misma vía el YO es completado por ese otro puesto que le reafirma al YO del sujeto que efectivamente él, es falo, esto no ocurre pues este imaginario se fractura, se rompe pues el desencuentro se hace inevitable, y es sobre ese desencuentro que tiene que ver con el hecho de que el “sujeto no es lo que completa al otro” y el “otro no es lo que completa al sujeto” es lo que configura la neurosis, el teatro de la vida y del amor, del amor como goce imaginario vale la pena dejar claro, pues el amor como amor propiamente dicho es otra cosa, el amor es amor al deseo, a la falta, el amor es amor pese al inevitable e ineludible hecho de que no existe reciprocidad entre los sexos, Lacan decía “La relación sexual no existe”, y frente a este no querer saber nada de eso, de que la relación sexual no existe, es que el sujeto se enferma, hace síntoma, dirige su deseo al terreno del goce del procurar andar por la vida completado y ser completado, tal cosa no existe, cuando Lacan expresa el hecho de que “la relación sexual no existe”, lo que quiere decir es que siendo el sujeto “sujeto del Significante”, es decir, siendo el sujeto “sujeto de un deseo”, este deseo es singular y no es un deseo que logre y alcance el elixir de completes en el otro amad@, en el semejante ¿Y por qué no lo alcanza? No lo alcanza porque ese otro amad@ lleva otra traza Significante, un deseo a cuestas inscrito en su piel, en su cuerpo, en su discurso, por ello “no hay encuentro” en el sentido de que se encuentre a otro que corresponda a la manera como el sujeto se sitúa en el amor, es preciso tener en cuenta que el deseo aquí no es el deseo de ser querido y amado (si fuera así no habría problemas pues todos queremos eso), el deseo es deseo de ser querido y amado pero de “X forma es particular”, por ello no hay reciprocidad entre los sexos, puesto que el malentendido está presente siempre.

Y el amor (más acá de lo imaginario) es amor pese al malentendido que implica el ser sujetos hablantes de lenguas diferentes, la lengua maternas distintas; hijos de otro distinto. Por ello el YO al imaginariamente pretender ser el “Falo” del otro, termina siempre en un “Fallo”, un desencuentro que fractura la ilusión de la que el YO inflado se agarra buscando ser “LO importante para alguien”, y con este fallo y esta fractura de lo imaginario “muere el Yo” por decirlo de alguna manera y “adviene el sujeto”, el sujeto barrado, de la falta, el sujeto que ha de vérselas con la experiencia del hacer algo con ese hueco, con esa su falta estructural de la que no quiere saber nada, aunque sea siempre la que le mueva y alrededor de la cual gira su existir. El precio que paga un sujeto por no querer saber nada acerca de que la relación sexual no existe, o dicho de otra manera; por no querer saber nada acerca de que el malentendido siempre estará ahí y la ilusión del Uno, del fundir en el completar y ser completado no existe, el precio que paga por no querer saber nada de esto, nada de su falta en ser, de que siempre habrá algo que falta en ser para el otro y viceversa, el precio que se paga por ello es el precio del síntoma, de la neurosis. ¡Quien esté libre de este “pecado” que tire la primera piedra!

Cuando te pido una mirada
No es esa que me das la que pido…
Cuando te pido una mirada
Lo que pido es que me mires desde donde yo te miro,
Pero tú nunca lo haces… siempre lo haces desde donde tú me miras.
…Pero hay algo que siempre he sabido y a la vez no he querido saber;
Y es que tampoco nunca a ti te miraba,
Pues siempre que me pedias que te mirase
No pude nunca mirarte desde donde tú me mirabas.
Anónimo

Con el anterior verso expresa la naturaleza de la demanda que el sujeto le hace al otro amad@, se trata de una demanda de amor en lo imaginario en donde se le pide: “ámame de la forma como me enseñaron y me dijeron debo ser amado (aunque no la sé, la desconozco, no sé que la sé), pues si me amas así entonces seré lo que te completa, seré tu falo y tú serás el mío”, ahora, vemos que el sujeto le demanda al otro, al semejante, al amad@, una respuesta frente a su propia incógnita del ¿Qué Soy?, como si el otro pudiera dar cuenta del Significante que al sujeto lo atraviesa, es decir, como si el otro pudiese dar una respuesta frente al deseo no sabido que lleva como traza el sujeto, pero esto no ocurre, pues ambos sujetos están en la misma posición y entonces es una pregunta que angustia y que va y viene entre ambos amantes ¿Qué me quiere? O ¿Cómo quieres que te quiera? Y ahora, se espera esta respuesta y suponiendo que el otro pueda respondérsela al sujeto, esta respuesta no es la respuesta que quiere el sujeto que la hace, que lanza la pregunta puesto que la respuesta al ¿Cómo quieres que te quiera? No es una respuesta que satisfaga el ¿Cómo quiero quererte? O ¿Qué eres para mí? Que pasa acá, pasa que hay dos formas de querer, que no sólo son “no sabidas”, sino que también su respuesta es pedida a otro que nada sabe pues se halla en la misma situación de incógnita frente a sí mismo, y para “colmo de males”, al final, esas dos formas de amor son diferentes, no son reciprocas, no hay encuentro, la relación sexual no existe, es decir, el malentendido en ineludible.

Por ello el amor como imaginariamente se conoce, no es amor, es goce, es ilusión, el amor tal como lo propone el mismo Sócrates y los invitados al Banquete del Platón es amor al amor, es amor pese a la caída de los ideales imaginarios y a las ilusorias pretensiones del YO inflado y enaltecido que no deja de pensarse mágicamente como Falo, es decir, el YO no deja de ser “su majestad el Rey”, su “majestad la Reina”, como decía Freud, el YO no deja de pensarse como “su majestad el bebé” o “su majestad la bebé”, yo diría; “su majestad el niño”, “su majestad la niña”. El amor es amor pese a este desencuentro, pese a que a relación sexual no existe en la medida en que siendo sujetos del lenguaje, somos sujetos con una “lengua materna singular”, por esto el malentendido está ahí, y es ese malentendido lo que no quiere saberse pues revela o mejor desnuda al sujeto frente a su real de falta, frente a su “faltarle siempre algo en ser”, implica la caída de su pretender ser Falo. El amor es otra cosa, el amor es amor al deseo, y el deseo vive en su falta, el amor es amor a la falta.

Ahora, otra cosa fundamental aquí es que en la medida en que el sujeto le demande, le pida al otro amad@ que le quiera desde el lugar que le han ubicado, le está haciendo no una demanda al otro como semejante y amad@ sino al Otro como Gran Otro materno y/o paterno. En esta medida tenemos al adulto que al amar no deja de ser “su majestad el niño” y/o “su majestad la niña”, que se vale del otro semejante amad@ para pretender mantener el lugar en el que el Gran Otro materno y/o paterno le ha ubicado, se queda así el sujeto colocando a la madre o al padre en el lugar de la pareja, del otro semejante amad@, pero se cae este amor imaginario pues es un narcisismo que no logra alcanzarse puesto que primero ese otro partenaire y amad@ no sabe como ser de padre, de madre o de hijo del sujeto que el pide o demanda esa manera de amar, se queda así el sujeto amando algo que no existe, el Otro no existe, se queda el sujeto demandándole amor a un espejismo, un espejismo que coloca o proyecta sobre su semejante amad@ ¿Qué es lo que se ama entonces si no es un espejismo, la reivindicación del propio narcisismo al pretender que el otro semejante amad@, mantenga el amor primero y primigenio del Gran Otro materno y paterno?... por eso amamos como niñ@s, en el inconsciente no se deja de serlo pues el inconsciente no sigue un tiempo cronológico sino un tiempo que se queda fijado al Edipo. “Toda neurosis es neurosis infantil”, decía Freud, con esto quiere decir que el sujeto que habla en un dispositivo analítico, en un análisis, o mejor dicho, el sujeto que habla de su sufrir frente a un analista o un alguien en quien confía como escucha y por quien le une un lazo de transferencia, es un sujeto que independientemente de ser un adulto de 20, 30 o 60 años, no es ese el que habla sino el niño y la niña que lleva en sí, es el sujeto del inconsciente, el sujeto del Edipo, el que habla en la consulta. El síntoma es la expresión de que el sujeto no ha dejado de ser “su majestad el niño” y/o “su majestad la niña” y  el precio que paga el sujeto por el alivio de sus síntomas es el precio de la castración, es decir, el precio del articular un saber que le permita asumirse responsablemente frente a eso que le hace sufrir, y esto implica una renuncia al imaginario de pretender ser el Falo, pues ¡El Falo será siempre un Fallo! El sujeto busca ser el Falo de “X manera” y esa “X manera” es el goce, por tanto no sólo hay una renuncia a lo imaginario sino al goce implícito allí, traducido al español, en la castración se erige un monumento que siempre acompañará al sujeto, pues será su monumento del “El Rey a muerto” y/o “La Reina a muerto”, por esto es que un análisis, un buen análisis es para toda la vida puesto que en un análisis siempre quedará un saber sobre “Eso que se fue, eso que se era”, cumpliéndose así la cita que Freud profesó ¡Wo Es war, soll Ich Werden! ¡Allí donde eso era, es responsabilidad ética que el sujeto deseante advenga! Que se puede traducir acá como un “allí donde el goce era, ha advenido el sujeto responsable”… ¿Responsable de qué? Responsable de resituar su deseo no desde el lugar del goce.

La ética del sujeto del inconsciente es ser consecuente con su deseo, no puede escapar de ello, pero la responsabilidad del sujeto esta en resituar su deseo desde otro lugar que no sea desde el goce, desde otro lugar que no sea desde la ilusión de ser “su majestad el niño” y/o “su majestad la niña”. Se trata así de un deseo que no se sitúa en el terreno del imaginario.   


En el teatro de la vida
Soy un papel que me dieron y he asumido,
No sé cual es este mi papel, no sé cual es esta mi máscara
Tú que me ves debes saber cuál es,
Y te pido que me la digas y que me quieras conforme a eso
Pues imagino que lo que soy es lo que te llena, lo importante para ti, soy YO…
Por favor, no me digas que no sabes, no me digas que no me ves
No me digas que no me reconoces… no me digas que a ti te pasa igual
No me digas que no soy lo que te hace feliz
Que hay otras cosas y otros mundos que te hacen feliz…
Pues entonces, este mi teatro se abrirá ante mí como un agujero negro
Y me enfrentaré a la soledad, al abismo y a la ausencia más grande de mi vida;
Amarme y amarte pese a que sin mi puedas existir,
Pese a que sin ti pueda yo respirar.


         

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