miércoles, 21 de septiembre de 2011

El padre ¡Se llama Iván como el hijo!

        ¡Buenos días! ¿Qué tal el viaje… y la carretera?

o   No me di cuenta cuando llegué, pensé que había más abismos, sólo pasamos por una pantanero ¡Una tierra empapada! ¡Algo parecido a un mierdero… pero el carro no patinó, no se enredó!

-          ¡Le presento al padre! Se llama Iván como el hijo.

¡Le presento al padre! Se llama Iván como el hijo…

El inconsciente es un buscador nocturno que procura inscribir por medio de los sueños no sólo lo que ha sido del padre como referente descarnado de un celo Edípico, sino también como portador de un saber que el sujeto supone le permitirá Ser y/o existir bajo otra óptica diferente a la del ser el deseo del deseo materno, se trata de un pedido al padre para que este “libere” al sujeto con su saber y le permita al sujeto reescribir el Significante bajo otra óptica diferente que no sea la del ser el Rey de la madre.

Pero el padre no sabe, el padre tiene también el agujero y así de la manera ideal como el sujeto se lo figura, no existe, y entonces ¿Quién guía?... ¡El analista, el analista como suplencia paterna guía! ¡No, el no responde a este pedido! Y entonces ¿Qué padre guía?... primero lo primero y ¡despacio que vamos de afán! En palabras del mismo Gonzalo Marulanda. Si este ¡Despacio que vamos de afán! Es un saber por la vía del analista situado como suplencia al padre, es decir, un saber por la vía del padre, una interpretación que hace corte al goce, entonces puedo decir que el padre acaba de ser presentado, y eso es mucho.


 - ¡Le presento al padre! Se llama Iván como el hijo.

Es preciso ahora responder al sueño:

o   ¡Mucho gusto! Me llamo Sergio Iván... Iván, como el padre!
  

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