miércoles, 28 de septiembre de 2011

¡Un sujeto esperando… desde el retrete!

Déjame ser tu barco, para que seas tú mi brújula
Y sentir que no irías a ningún lado sin mí
Aunque ciego ignore que soy Yo el que no sabría dónde navegar sin el mandato de tus besos.
Si mi vela es tu deseo
Nunca te dejaré ahogar en este inmenso mar,
Pues tu amor es como el viento que me sopla
Hacia donde tú quieras… sólo pídeme, mándame, sóplame, desea-me…
Que yo sabré como corresponder a ello y hacer que mi barco contigo a bordo, nunca se hunda,
Mi barco no se hundirá, pero tú por favor…
¡Sólo sopla-me! Que mi vela es el deseo de tu deseo.
¡Pídeme ser tu barco que mi deseo es que seas mi brújula! ¡Tuyo, mi amada brújula!




El análisis revela la cadena de los Significantes que al sujeto le han venido del Otro y el cómo el sujeto a respondido y/o se ha asumido desde ellos. Ese hilo significante son las huellas y los anclajes que vienen del Otro y en los cuales el sujeto se sujeta para figurarse como deseo del deseo del Otro, para representar un algo, asumirse desde una identidad, hacerse reconocido, apropiarse de un papelón a representar en la vida. Esa es la ficción que es la omnipotencia y poderosa (muchas veces) presencia del Otro en el sujeto, ese papelón Significante que el sujeto encarna interpretando que así se hace deseo del deseo del Otro y logra un lugar en el amor del Otro, al ser su deseo, este es “el pacto con el diablo” que ancla el destino del sujeto a la dependencia del Otro.

El sujeto interpreta lo que el Otro quiere que él sea y desde allí el sujeto se ubica para figurarse su papel en la vida, su guión en el teatro de la vida, y ¿Cuál es su guión? Su guión es el ser algo, ser alguien para alguien, tener la identidad de ser algo que alguien desee, situarse como deseante y deseado, y esta identidad que es el papelón que encarna en la vida el sujeto, es el Significante que lo comanda y la cadena de significantes alrededor que sustentan y sostienen ese Significante Amo por el cual al sujeto se le va la vida, viviéndola por lo que un día creyó el Otro necesitaba para ser feliz, y encarnando ese ser la felicidad del Otro, lo que al Otro le falta.

Esa es la pura ilusión en la que se monta el sujeto, de lo que se agarra, lo que reprime, lo que no suelta, y soltarla, perderla, renunciar a ella, es el precio de su castración, de la pérdida irreductible que abre el pasaje al deseo de ser un deseo propio, pero esto al sujeto le duele, le duele el dejar de gozar engañándose creyendo que lo engañan ¡El goce es ciego, y en un mundo de goce, el que abra los ojos querrá no haberlos abierto!... ¡es el horror al saber sobre la propia traza!

Un sujeto situado en un retrete es un sujeto “anal”-izado a la espera de que el Otro se satisfaga con los detalles y los regalos que el sujeto le ofrece a partir de sus heces, y en esa satisfacción del Otro que limpia, esta la satisfacción del sujeto en el retrete, se satisface si satisface a Otros, esa es la satisfacción  de su narcisismo y a la vez su encadenamiento, supeditación, dependencia y espera del Otro que es el que manda, el sujeto en retrete es mandado ¡es un mandado!

El sujeto a la espera en el retrete, es un sujeto esperando el tiempo, el deseo y el mandar del Otro, un sujeto anclado a la imposibilidad de trazar su deseo sin el Otro, el deseo del sujeto en el retrete es un deseo interdicto, es un deseo que es el deseo del Otro, el dar está supeditado y dependido no sólo al pedido del Otro (a que el Otro quiera, pida esas heces) sino también al agradecimiento o la gratificación de ese Otro que recibe esas heces como regalo, así mismo el retener está supeditado y dependido de la satisfacción y placer que resulta del estreñido pasaje masturbatorio por las mucosas anales una vez las heces como Oros para regalar y complacer, salen con dolor (¡Es el dolor de darle al Otro algo grande! ¡Es el dolor del “sufrir” por el Otro! ¡Es el masoquismo narcisista del “mira lo que hago por ti, todo lo que me sacrifico y me duele”!... es la queja del obsesivo, su goce).

De este modo el deseo del sujeto trazado desde su retrete, es un deseo siempre interdicto, dependiente, supeditado al deseo del Otro, puesto que el deseo del retrete es el deseo del satisfacer al Otro, y en esa satisfacción que devuelve el Otro complacido y regalado, el narcisismo del sujeto se emancipa, se infla, se hace ideal y se coloca por tanto como ideal del Yo (como ideal Super Yoico generador de culpa y castigo permanente), el ideal de ser el deseo del deseo del Otro, que en esta vía de retrete es el deseo del complacer el deseo del Otro, esta es la ficción en la que el sujeto se entrampa, por eso el obsesivo es el pan de la histérica, puesto que si la histérica goza con el deseo del otro, sabe entonces que el sujeto del retrete goza ¡haciendo regalos para complacer y en la vía del satisfacer a ese otro regalado se satisface narcisistamente! La histérica sabe que este es el ciclo del sujeto del retrete, sabe que este es el recorrido de lo pulsional en él, de lo que nunca colma por más heces que regale, esto es lo innombrable de lo cual el sujeto del retrete no puede salirse sin un análisis (pues esta trazado por una lógica inconsciente que no puede ver), desde aquí se para la histérica para saciar su sed de Falo, su sed de tener el poder de ser el deseo del otro, la falta del otro obsesivo, la falta del sujeto del retrete y entonces desde aquí se da el matrimonio inconsciente, el goce compartido; el sujeto del retrete complaciendo y haciendo regalos que nunca alcanzan a colmar a la histérica, y la histérica en su macabro goce de satisfacción en la insatisfacción, nunca se hace colmada, siempre hay algo más y de más que pide sin pedir.

De este modo el sujeto del retrete es un sujeto esperando el mandato del deseo de otro, esperando y aguardando estreñido el momento de su soltura en el momento en que aparezca el pedido imaginado de otro para complacer. Si la traza de deseo del sujeto del retrete es complacer el deseo del Otro materno, por esa vía de narcisismo anal el sujeto del retrete se figura una manera de amar desde el esclavizarse al otro, al semejante (ser poseído por este ¡ser cagado por este!) en la medida en que el Otro de antaño, el gran Otro materno que le trazo el discurso Significante desde el cual el sujeto del retrete se sitúo para quedarse fijado al retrete y desde allí ser limpiado y desde allí satisfacerse al satisfacer, esto se ha hecho discurso, el Otro a complacer es el discurso del sujeto del retrete, su manera de gozar colmando y llenando faltas (el obsesivo nunca ve la suya, la falta de advertir que sus heces nunca alcanzan y nunca alcanzaron ni alcanzaran, es decir, la falta del advertir que necesitar ser necesitado es un pedido que no viene del otro sino del sujeto mismo, es el tramite que el que su goce fantasmático opera para burlar la castración, para dejar de gozar cagando, esclavizándose esperando el deseo del otro); el sujeto lleva al Otro como discurso de “amor de retrete”, bajo esa lógica este sujeto se dirige al otro, al semejante, a la histérica, para perpetuar el ser un sujeto de retrete mandado, a la espera del pedido de alguien. 

El sujeto del retrete habita en la necesidad del otro, en la demanda permanente hacia este, y sobre todo la duda expresada en el ¿Qué me quiere?... ¡para YO serlo! Que se traduce como ¡Te pido que me pidas! ¡Mi deseo es que me poseas, pues soy objeto de tu posesión, de tu control, por eso heme aquí anclado al retrete, esperando a que me digas cuando, tú me gobiernas, mi gobierno es que me gobiernes! Esa es la lógica del fantasma anal; cagar y ser cagado o mejor ¡Poseer y ser poseído!


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