jueves, 15 de septiembre de 2011

¡Un Rey Lacayo; su Servidor! Al Inconsciente se le sale el tiro por la culata

Déjame ser tu barco, para que seas tú mi brújula
Y sentir que no irías a ningún lado sin mí
Aunque ciego ignore que soy Yo el que no sabría dónde navegar sin el mandato de tus besos.
Si mi vela es tu deseo
Nunca te dejaré ahogar en este inmenso mar,
Pues tu amor es como el viento que me sopla
Hacia donde tú quieras… sólo pídeme, mándame, sóplame, desea-me…
Que yo sabré como corresponder a ello y hacer que mi barco contigo a bordo, nunca se hunda,
Mi barco no se hundirá, pero tú por favor…
¡Sólo sopla-me! Que mi vela es el deseo de tu deseo.
¡Pídeme ser tu barco que mi deseo es que seas mi brújula! ¡Tuyo, mi amada brújula!


   
¿Quién guía? ¿Quién aconseja? ¿Quién le dice al sujeto lo que debe hacer, el camino que debe tomar, el próximo punto a cruzar? El camino no está tendido, a la vista, el camino es un paso por paso que se inventa, es un escalón sucesivo que se teje en medio de un vasto espacio vacío, y entonces ¿Qué amo guía? ¿Qué hace el sujeto que nunca ha prescindido de un amo que le mande? ¿Qué hace el sujeto que siempre ha necesitado de un amo a quien servir, complacer, un amo por quien darse, un amo por quien ser pedido? ¿Qué hace el sujeto ante su necesidad de que lo necesiten? Este es el desencuentro del sujeto del inconsciente en su deseo de situarse como Falo del Otro, marca de amor - goce materno ¿Cómo situarse como Falo del Otro, como eso que el Otro necesita, como eso que al Otro le falta, si en ese intento narcisista, fantasmático e imaginario de necesitar ser necesitado, pedir ser pedido, pasa de ser Rey a ser Lacayo, un ¡Servidor!? Es la Pulsión y es alto el precio que el sujeto paga por ella en esa fantasía persistente del retornar al narcisismo primario, a ese encuentro de amor fundante en donde el sujeto era el todo de alguien y ese alguien era el todo del sujeto, este intento de fantasía persistente, repetida, es siempre fallida, es ¡Tyché! En palabras de Lacan o “encuentro fallido con la ilusión del reencuentro con el objeto perdido”, puro desencuentro, y este texto singular de desencuentro se lee todo el tiempo en la clínica, este es el dilema del sujeto del psicoanálisis; un sujeto que no sabe que sabe sobre la manera “singular” (El Significante) desde el cual busca y se ubica para reintentar y reintentar recuperar lo perdido, por ello el Psicoanálisis es la clínica de lo absurdo, y lo absurdo comanda la vida del sujeto.

Por la vía de este goce – materno en el sujeto ¡Se le sale el tiro por la culata! Y deseando mandar se hace mandado pues en el goce – reinado del imaginario mediante – de pretender situarse como LO importante para el Otro para Completarlo y así completarse (lógica narcisista), sólo se satisface como pulsión parcialmente (es una satisfacción siempre fallida, siempre desencuentro) de ser poseído para así poseer (anclaje y goce anal imperando) y este trámite lo pretende el sujeto prestándose como objeto de goce del Otro, es decir, pretendiendo ser lo que completa al Otro, ser LO importante del Otro, la falta del Otro, ser el Rey que el Otro necesita cuando lo que le sucede a este sujeto ¡Tiro por la culata mediante! es que se convierte en Lacayo del Otro, se convierte en un ¡Servidor del Otro!, pues dicho sujeto amarrado como ideal a ser el deseo del deseo del Gran Otro materno, todo despliegue amoroso en su relación con los otros – semejantes, será por la vía del amor materno o goce imaginario, es decir; del pretender situarse como Falo del Otro, como completador del Otro. Esto siempre es Tyché; desencuentro, el Falo siempre es Fallo.     

¿Qué me quiere?... es la pregunta por el deseo y en su no saber (que quiere el Otro de mi) surge la angustia, angustia que a la vez es demanda del sujeto al Otro, y esta demanda es un pedido al Otro para que este le dé el lugar de LO importante que él (el Otro supone el sujeto) necesita, es decir, es un pedido de Falo, de necesitar ser necesitado, el sujeto desea serlo pero al desear serlo lo que termina sucediendo es que no es él (el sujeto) el Falo del Otro sino que es precisa y paradójicamente ¡Tiro por la culata mediante! el Otro el Falo del sujeto, de este modo el sujeto se ahoga en la necesidad del Otro, lo requiere, lo pide, le reclama, lo necesita como el aire para respirar y aquí el sujeto se ancla al goce mortífero del no ser, del no ser sin el Otro, queda el sujeto supeditado al Otro ¡El sujeto es en la medida en que es mandado a pedir, solicitado por el Otro, es en la medida en que representa algo para ese Otro (pero no cualquier algo)! El sujeto se hace poseer (se hace cagar, para ser más explícitos con este deseo que desde lo anal esta imbuido de goce, de pulsión; deseo oscuro de poseer siendo poseído).

La trama de todo esto es que sólo ocurre en el terreno de lo imaginario y el sujeto en ese deseo (anclaje de goce y amor anal mediante) de poseer siendo poseído, no se sostiene durante mucho tiempo puesto que tener amo – Otro (alguien que mande y comande) no implica que ese amo dependerá de ese lacayo, de ese servidor por siempre, es decir; no hay garantías de que el Otro no le dejará, el que el sujeto necesite del Otro – Amo no quiere decir que ese Otro necesite del sujeto, y entonces aún pese a los sacrificios y a las supeditaciones y dependencias a las que el sujeto decide someterse para así pretender ilusoriamente ser Lo importante de ese Otro, aún así, esto no le alcanza al sujeto para garantizarle el que su amo no le deje en algún momento, ¡No hay garantías! Y así mismo ¡El sujeto es responsable incluso de lo que de sí mismo desconoce e ignora! (ignorar lo inconsciente no exime al sujeto de las consecuencias de sus fallidos imaginarios), y ahora, si este amo le deja, la poderosa ilusión fantasmática de felicidad situada en el narcisismo primario, se desmorona y ante esto suceden varios caminos: la muerte, la repetición o la castración. La muerte que implicaría el “volverse loco” por la ausencia del Otro accediendo a goces mortíferos y desbordados; una adicción y/o una melancolía por ejemplo y en el peor de los casos. Una repetición de amor en amor y de sufrir en sufrir, como regularmente sucede en la mayoría de los casos, quizás, ¡Un clavo saca Otro clavo… y la vida es un circo en donde nunca se deja de representar la misma función, el mismo error, la Repetición! O en últimas, la castración que es la vía que el Psicoanálisis le oferta al sujeto en su “dirección de cura” orientada hacia el que el sujeto entregue su Falo, que renuncia a lo más preciado en pro de la vida.

El sujeto tiene un discurso que le comanda, y ese discurso es el Otro, y es a partir de este discurso, de este deseo encarnado en la piel, de este imaginario, que es como el sujeto le habla y desea acceder al otro, a su semejante ¡Loco aquel que pretenda que el otro (con minúscula), su semejante, sea su Otro! Entonces… ¡En un mundo de locos quien se considere cuerdo e inmune a este gran engaño que es como sujeto, que tire la primera piedra!

Lacan precisaba que la verdad del sujeto es una verdad ilusoria, que por ilusoria no deja de ser cierta y por cierta no deja de ser una completa mentira. El Inconsciente es el lugar de una verdad mentirosa que ciertamente desnuda el goce fantasmático del sujeto; su manera singular (El Significante) en que busca y se ubica para reintentar y reintentar recuperar lo perdido, por ello el Psicoanálisis es la clínica de lo absurdo, de la repetición, y la repetición de lo absurdo Amo comanda la vida del sujeto.

¿Qué hará el Rey Lacayo... sin Amo?... ¡Es hora de que el sujeto hable! Al final siempre quedará un "Yo, fui eso"
 
Sergio Iván Vallejo Rincón

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